Versailles
La patria es esencia
del sentir humano,
es la que nos hace
sentirnos hermanos.
La que nos arranca
un “sí” de nostalgia,
por la que exhalamos
suspiros profundos,
por la que lloramos
tendido y profuso,
por la que reímos
con sentir del alma.
La patria son cuentos
de toda la vida,
de la calle “aquella”,
de la misma “esquina”,
de los adoquines cruzando
la acera,
del cerro, del monte,
de la cordillera.
La patria es camino
que se deja atrás.
La patria es destino
que siempre se anhela.
Y cuando ese pedazo
sagrado del alma
está en la distancia,
la patria se forma
en cualquier rincón
que alguien te hable con
el corazón
de ese gran tesoro
que tanto se ama,
de ese cielo hermoso
que tanto se extraña.
Por eso Versailles
más que un restaurante,
es punto de encuentro
de almas errantes
que buscan sentir
el calor de hermanos
que ofrecía antes
el terruño amado.
Y entre mesa y mesa,
y entre silla y silla,
se acortan distancias,
se ama la vida.
Y con el café, se revive el mar
de nuestro recuerdos
y con él, los chistes
que hacía el abuelo…
Las tardes hermosas
tomando café,
la noche estrellada…
El atardecer.
Y pasan las horas,
y entre pastelitos,
y ricas croquetas,
se descubre el mundo,
se va y se regresa.
Se añoran paisajes,
se va costa a costa…
Y pasan los días,
y pasan los años,
y Versailles sigue
teniendo el encanto
de un lugar que inspira
celebrar lo amado.
Leave a Reply